En los ejercicios de intensidad baja o
moderada, las grasas irán ganando protagonismo como principal sustrato
energético según va avanzando el ejercicio, y la oxidación de los hidratos de
carbono va siendo menor.
La contribución de las grasas al
aporte energético puede llegar a ser hasta del 90% en el ejercicio de muy larga duración. La
disponibilidad del glucógeno muscular es uno de los principales determinantes
para que, según progresa la duración del ejercicio, aun manteniéndose una misma
intensidad submáxima, las grasas, junto con la glucosa circulante, vayan
aumentado su aportación al gasto energético total.
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